Estaba haciendo el servicio militar
en las Islas Canarias, y había logrado un permiso de fin de semana;
como todo el mundo, al salir de la base, hice auto-stop. Me recogió
una mujer de unos 40 años, cabello castaño, y una figura
moldeada por mucho ejercicio. Me preguntó si tenía sitio
para dormir, y le dije que tenía que buscarlo. Como vivía
sola, me ofreció su casa. Argüí que no me conocía,
pero dijo que los chicos que hacíamos la mili inspiramos confianza.
Así que me instalé en su casa. A los quince minutos ya nos
revolcábamos desnudos sobre la cama, mi lengua buscando la suya,
nuestras manos rozando la piel del otro. Realmente, desnuda era increíble,
unos pechos bien formados, con los pezones salientes enfocados hacia arriba,
un vientre plano que moría en un pubis completamente rasurado y
unas piernas que como tentáculos se apretaban a mi espalda mientras
mi boca se unía a su sonrisa vertical. No recuerdo los orgasmos
que tuvo, pero sí que fue la sesión de sexo más intensa
que tuve hasta entonces. De noche, un poco más relajados, y mientras
cenábamos algo, me preguntó si tenía novia. Le enseñé
una foto. Me dijo que no estaba mal. Eva era morena, delgada, sin excesivo
pecho, no muy alta, pero un rostro de niña inocente. La foto era
de cuerpo entero, vestida con pantalones y una camiseta que ocultaba sus
formas.
-¿Cuántos años
tiene? preguntó. Le dije que 19.
-Y de sexo, ¿qué
tal? me espetó sin más. Le expliqué que era reticente
a las novedades, pero que se corría cada vez que la follaba, y que
alguna vez logré que me la chupara, pero no más. Sin embargo,
desde que yo estaba aquí, le pedía que se hiciera una foto
desnuda para alimentar mis fantasías y no olvidarme de su cuerpo,
pero le daba vergüenza ir a un fotógrafo y hacérsela.
Tampoco quería comprarse una Polaroid, porque era demasiado cara
para hacerse una simple foto.
Con una sonrisa maliciosa, Elena
me dijo que en Madrid conocía a una mujer fotógrafo, y que
podía ir allí , que tal vez al ser una mujer le inspiraría
más confianza, y quién sabe, igual cambiaba...
Esa misma noche la llamé,
y, tras insistir mucho, diciéndole que era pariente de un compañero,
que los negativos se los quedaría ella, y todo, aceptó llamar
el lunes para quedar, y que ya me lo diría. Mientras Elena me acariciaba
y se tragaba mi polla y yo tenía que hacer verdaderos esfuerzos
para que Eva no notara lo mucho que disfrutaba mientras hablábamos.
Al colgar, no pude más, y un gran chorro de simiente inundó
su garganta.
Inmediatamente, Elena se incorporó
y llamó ella por teléfono:
-Hola, Ana, mira, te llamo porque
seguramente la semana que viene te llamará una chica para una sesión
de fotos. Se llama Eva. "Conviértela", ¿vale? ya me enviarás
los resultados. Y colgó.
-Vamos a hacer de tu novia una
diosa del sexo, Ana es una experta en derretir témpanos de hielo.
Espero que no seas celoso de lo que pueda disfrutar tu novia, con hombres
y con mujeres... y lo dijo con una carga de deseo tal que de nuevo me lancé
sobre su sexo, y lo sorbí hasta beberme todos sus jugos. Luego mi
pene conoció su culo. Fue un fin de semana increíble. Elena
me dijo que cada fin de semana me recogería, y que pronto tendría
una sorpresa...
El lunes llamé a Eva, y
me confirmó que tenía hora con Ana para el martes. El dia
siguiente la llamé, y su madre me dijo que no había vuelto
aún. A mi tercera llamada, sobre las 11, me dijo que había
llegado, pero tan cansada que se fue directa a dormir. El miércoles,
logré hablar con ella por la noche. Le pregunté qué
tal había ido, y, casi como con una excusa, me dijo que bien, que
pronto tendría la foto, pero no quiso decir más. No insistí..
También me dijo que el jueves marchaba con unas amigas de fin de
semana, y que hablaríamos el lunes.
El viernes por la tarde me recogió
Elena, y lo primero que me dijo, tras besarme fue: Hoy he recibido un vídeo
de Ana. No lo he visto, pero ella me ha confesado que tu novia es deliciosa
como la miel, y que cada ida ha ido a verla...
Al llegar a casa de Elena, nos
hicimos unos bocadillos, y, desnudos, nos tumbamos a ver el video. Era
del martes y miércoles. La cámara estaba fija, enfocando
una cama enorme, sobre la que estaba Eva, con lencería negra que
Ana le había dejado. Ana le decía cómo tenía
que posar, y, para parecer más provocativa, la despeinó un
poco y le puso un aceite brillante por todo el cuerpo. Eva parecía
que estaba un poco negativa, y por ello, para romper un poco la tensión
que tenía, se bebió una limonada. Unos cinco minutos más
tarde, Ana ya no tenía que decirle cómo ponerse. Se contorneaba
e insinuaba como si realmente estuviera excitada. Elena me lo confirmó.
La limonada tenía un estimulante sexual. Sonrió cuando Ana
le pidió que se desnudara. Lo hizo provocativamente, para acabar
estirada con las piernas abiertas y alzadas, mostrando una rosada y brillante
grieta entre su poblado pubis.
Esa danza y su final me puso a
cien. Elena ya había dejado su bocadillo y empezó a comerse
mi "salchicha" mientras no dejaba de mirar atónito la pantalla.
Mi excitación creció cuando Ana le propuso afeitarle el sexo,
y ella aceptó. La sensualidad con que lo hizo y las caricias que
recibía la hacían gemir y suspirar con los ojos cerrados,
mientras sus pezones se erguían orgullosos hacia arriba. Cuando
su sexo quedó completamente limpio de pelos, Ana miró a Eva,
y acercó su boca a la suya. Eva no la rechazó, y se abrazaron.
Las manos de Ana rodearon sus tetas, mientras Eva luchaba por desabrocharle
la blusa. Ana también era muy bella, de unos 40 años, delgada,
muy parecida a Elena en cuanto a tipo, era morena con el pelo muy corto,
como masculino, pero totalmente depilada. La siguiente media hora fue un
concierto visual de lenguas que se metían en cuevas inexploradas,
de gemidos de placer, dedos curiosos que buscan botoncitos salientes. Cuando
Elena se sentó sobre mi verga, yo casi no podía más,
pero ella sabiamente combinaba movimientos y paradas estratégicas,
junto con comentarios sobre lo que veíamos: mira la putita viciosa
cómo goza, si se la clavaras ahora seguro que se derretiría
de placer...y como un acto reflejo, oía la voz de Ana, que le decía
algo parecido a Eva:
-Si tu novio te viera ahora, cómo
disfrutarías recibiéndolo en tu interior, demuéstrame
cómo gozas, y Eva sólo gemía y decía que sí,
mientras sus caderas se alzaban para sentir más profundamente las
caricias digitales que recibía. Era alucinante. la novia candorosa
y muchas veces estrecha que conocía había sucumbido al placer
y con otra mujer, pese a que era una de mis fantasías y ella siempre
se había negado por asco y perversión. Todo ello se ha esfumado
con los quejidos que anunciaban un nuevo orgasmo de Eva. Como la imagen
era fijan no podía ver cómo ella devoraba la entrepierna
de Ana, sólo veía la cabeza entre sus muslos, y cómo
Ana también se corría.
Cuando se corrió por enésima
vez, Eva se quedó temblando, nunca la había visto como entonces.
Estaba empapada en sudor. El reloj de la cámara de video señalaba
las diez y cuarto de la noche. Eva se duchó, aunque no lo vimos,
pero sabemos que Ana la fotografió, y le ofreció más
limonada. Tras un beso intenso, Ana le preguntó si quería
volver al dia siguiente, y Eva le dijo que sí y se fue. Tras cerrar
la puerta, la imagen se cortó.
Justo entonces yo no pude más,
y me vacié en la cálida vulva de Elena. Ella puso pausa al
video, y me pidió que la ayudara a correrse. Mientras mi lengua
se concentraba en su clítoris, iba suspirando y comentando cómo
la había excitado ver el video. Empalmado de nuevo, no dudé
en ensanchar su vagina con mi rabo de nuevo, llevándola a un gratificante
orgasmo.
Tras un rato de pausa, me dijo:
¿Seguimos viendo el resto? Asentí, y le dio al botón
de marcha.
La primera imagen era de Ana abriendo
la puerta, pero la cámara la llevaba otra persona. La cara de sorpresa
de Eva indicaba que no esperaba ver a alguien más. Con las presentaciones,
supe que era un chico, que a veces ayudaba a Ana.
-Es mi hermano, me susurró
Elena al oído. Mientras, la cinta seguía, y Ana le ofrecía
a Eva una bebida. Intuía el efecto, pero nuevamente Elena me sorprendió:
no llevaba ningún estimulante, todo lo que haga es porque lo desea.
Ana desnudó a Eva mientras
ésta permanecía de pie, mirando con timidez al cámara,
y tapándose su intimidad. Ana le dio la botella del aceite corporal
para que se embadurnara el cuerpo. Empezó a hacerlo, pero le estorbaba
para hacerlo sensualmente el frasco, a lo que nuestra perversa instructora
le puso remedio. Su forma cilíndrica y roma permitió albergarla
en el coño de Eva, que gimió cuando le entró sin excesivos
problemas; era algo que tampoco le pasó desapercibido a Ana.
-Putita, parece que esta noche
has disfrutado, ¿eh? dime cómo.
-Estaba tan caliente esta noche
que me fui a un bar musical a tomar unas copas, pero lo que quería
era sexo, y ya que mi novio no estaba, busqué hombres, y encontré
cuatro...
Esto desbordaba todo lo que me
pensaba.
-Y me llevaron a un apartamento,
y los cuatro me follaron. Fue una experiencia brutal, me sentía
llena por todo mi cuerpo, mientras dos me daban por el coño y culo,
los otros llenaban mi boca, y luego se turnaron durante horas. Acabé
reventada, pero satisfecha.
Los ojos de Ana brillaron. Desapareció
de escena un momento para aparecer con un taburete y un consolador enorme,
cuya base era una ventosa. Lo pegó en el taburete, y de ordenó
a Eva que se sentara. Ella se quitó el tubo, que ya estaba blanco
de sus flujos, y como un autómata, empezó a restregar los
labios de su vulva por el grueso cacharro para lubricarlo antes de hundírselo
en su gruta. Cuando pensó que ya lo estaba suficiente, empezó
a desaparecer entre sus piernas.
Tanto Elena como yo estábamos
alucinados de ver cómo había cambiado Eva. Cuando su clítoris
besó la madera, un gemido sordo salió de su boca. Estaba
totalmente empalada mientras se movía adelante y atrás mirando
la cámara. En instantes, la fijaron a un trípode, enfocando
el cuerpo de mi novia, y apareció Marcos, desnudo, con su verga
erecta, enfocando directamente la boca de Eva. Ana le ordenó que
la lamiera, y sin dudarlo, ella la engullió como si hiciera días
que no comiera. Desapareció entera en su boca.
Mientras me giré y vi cómo
Elena tenía la mano dentro de sus bragas. Se estaba masturbando
ante la escena. Su mirada me imploraba atenciones que su cuerpo pedía
a gritos. La estiré sobre el sofá tras parar el video, y
me coloqué sobre ella en 69, de forma que mientras aspiraba todo
su placer, ella se comía mi pene. A pesar de que me lo suplicaba,
no le introduje dedos. Sólo la blanda lengua se mezclaba con sus
salados jugos. Estaba a punto de correrse. Todo su sexo brillaba. Se quitó
la verga de la boca. La quería en su coño, pero lo que hice
fue abrirle el culo, y hundírsela de golpe. Mi pubis se frotaba
contra su raja abierta, y fue entonces cuando sumergí tres dedos
en su carnosa cavidad. Literalmente, buceaban entre tanto líquido.
Arqueó su cuerpo y se corrió entre gemidos. Sin embargo,
no me retiré de ella, le seguí bombeando su puerta trasera,
y mis dedos frotaban el interior de su vulva, buscando su punto de placer.
Noté que lo encontré cuando volvió a abrir más
las piernas y volvía a arquearse. Así recuerdo que tuvo seis
orgasmos más, y sólo entonces inundé su trasero. Ambos
estábamos hechos polvo tras el esfuerzo, así que decidimos
ir a dormir, y seguir viendo el vídeo el dia siguiente, sábado.
CONTINUARA
Datos del autor/a:
Nombre: Lluis González.
E-mail: [email protected]