EL VIEJO PETATLAN, ORIGEN E HISTORIA
El río Sinaloa nace en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, en el triángulo limítrofe de los Estados de Durango, Chihuahua y Sinaloa, más concretamente en el cerro de Muinora, y cuenca es de 13-300 kilómetros cuadrados. En su curso de NE a SO desembocan en él varios afluentes, siendo el principal el arroyo de Ocoroni que concluye al norte de la ciudad de Guasave. El río Sinaloa, denominado también Petatlán, desembocaba antiguamente en tres deltas de la parte de la ciudad de Guasave, pero actualmente deposita sus aguas en el Océano Pacífico, en el punto denominado Boca del Río, de este mismo municipio.
Muchas tribus se asentaron en sus márgenes, entre ellas las de los Bacubiritos, Tepehuanes, Sinaloas, Cubiris, Bamoas, Níos, Guasaves, Tamazulas y Ures. Con la llegada de los jesuitas, éstos fundan varios pueblos, siendo los más importantes Bacubirito, Rancho del Padre, Bacurato, Sinaloa (hoy de Leyva), Bamoa, Nío y Guasave, catequizando a los indios a los que imponen la religión cristiana. Sobre el margen izquierda, existen dos pueblos sobre los cuales se tejen viejas leyendas: Bamoa, en donde se asegura que existen ruinas de un pueblo primitivo que quedó sepultado por una fuerte avenida del río; y el Pueblo Viejo, en donde aún existen ruinas de un viejo templo dotado de un túnel que servía de guardia a los españoles y de embarque hacia los pueblos bajos. e afirma que en este punto el Padre Kino construyó el barco en el que zarpó por el río hasta alcanzar al Golfo de California en su viaje hacia el norte, naufragado en las costas de Sonora, debido a fuerte temporal; empero logró llegar a Hermosillo a salvo con tripulantes y compañeros jesuitas. Otro pueblo ribereño con leyenda es el Caimanero, que según ancianos pobladores debe su nombre a la abundancia de caimanes que antaño hubo en este sitio; cuentan que los reptiles se fueron extinguiendo a raíz de las fuertes crecientes registradas, principalmente la de 1895, que arrasó con todo lo que halló a su paso destructor. Los caimanes no fueron la excepción, y al decir de los informantes, las aguas los arrastraron a zonas bajas que se vieron infestados por la propagación de los reptiles. En Palos Verdes, San José de la Brecha, Rosales y Alamitos de Caimanero se emprendió fuerte batida contra estos animales, a los que atribuían la devoración de becerros y personas. Hoy el caimán se ha extinguido. Una de las crecientes "grandes" fue la de octubre de 1943, que dejó incomunicado a Guasave y municipios colindantes. El desbondamientos del río fue origeinado por las lluvias torrenciales que por espacio de ocho días se abatieron sobre la región, que incluso causaron crecientes en todos los ríos del Estado.
La última gran avenida del río Sinaloa, ocurrió el 16 de septiembre de 1958, provocada por una tormenta tropical nacida en el Golfo de California que enfiló rumbo a la Sierra Madre Occidental y provocó fuertes precipitaciones pluviales, motivando el desbordamiento del río y del arroyo Ocoroni cuyos niveles quedaron registrados como los más altos de su historia. Fueron cuantiosas las pérdidas sufridas por la agricultura y la ganadería, teniendo que lamentarse también la pérdida de vida humanas y la incomunicación de Guasave con Los Mochis, Sinaloa de Leyva y Guamúchil.
La carretera Internacional quedó cortada en El Burrión y San Rafael, quedando aislados más de trescientos vehículos y sus respectivos ocupantes. Esta vez se observaron los hechos más dramáticos en la región; madres llorando abrazadas a sus hijos o esposos en mitad de la carretera, sin poder recibir alimentos ni medicinas. Así permanecieron por espacio de cinco días, hasta que el cauce de las aguas descendió y se pudo auxiliarlos.
Los que lograron salvar aves y ganado aliviaron el hombre de aquellas familias llevándoles pedazos de carne que devoraban con avidez y sin tortillas, pues era imposible conseguirlas. En hoyos que se hicieron en la carretera, usando diesel o gasolina por combustible, se improvisaron lumbradas para soasar la carne, aunque muchos de los damnificados sin poder soportar un minuto más sin comer, la comieron cruda.
La incomunicación duró 15 días y aparecieron epidemias de fiebres, sarampión, viruela y gripes entre los damnificados, que enseguida fueron controladas por las autoridades de la Salubridad.
La creciente de 1958 además de enfermedades, destrucción y muerte, dejó grabado en nuestras mentes el recuerdo de aquél momento furioso de la naturaleza para transmitirlo a las nuevas generaciones que hoy viven mejores condiciones de vida.
Se considera que la de 1958 fue la última creciente destructora del río Sinaloa en una de las zonas más prósperas de México.
La construcciones de las presas de Bacurato y Ocorini no solo han sido factor determinante para el control de las aguas, sino también para consolidar el progreso de este querido jirón de la Patria.
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