Querido Amigo: Te escribo porque tengo necesidad de decirte algunas cosa de mi vida que me pesan profundamente y que solamente tú puedes comprender. Aunque me duele confesar mi verdad, ha llegado el momento de confiártelas: No había tenido tiempo para hacerlo antes. Amigo: No he tenido tiempo para escucharte, mucho menos para merecer tu amistad, Pero la verdad siempre consideré que contigo no iba a poder hacer negocios, tu plática me parecía intranscendente, sentía que iba a perder mi tiempo sin sentido. Sé que me buscastes más de una vez, que tenías necesidad de que escuchara y esperabas mi comprensión y consuelo, pero la verdad mi tiempo lo dediqué solamente a aquellos que me dejaban dinero. Ahora entiendo que importante es tener amigos en la virtud y no solamente socios en la utilidad, ahora sé que la amistad es un solo corazón que late en dos cuerpos y que es expresión sublime del amor. Te confieso que me siento solo y que he comprendido que únicamente lo barato se compra con dinero, que un amigo sincero no tiene precio. No tuve tiempo para amar a mis padres, aquellos ancianos que dieron la vida por mí: aquél hombre que puso todo su esfuerzo para forjar en mi un ser de provecho y aquélla mujer que tejió mi alma con su ternura y paciencia, que cuidó de mi hasta el fin de sus días y que siempre me concedió su comprensión y se perdón.
Pero cómo fastidiaban con sus achaques de viejos y quién iba a tener tiempo de aguantar sus eternas pláticas y anécdotas repetidas mil veces, viviendo siempre en el pasado. Recuerdo cómo esperaban noticias mías haciendo suyas mis derrotas y alegrías. Ahora que soy padre comprendo que el amor es, en esencia, paciencia y capacidad de perdón. ¡Cuánto me toleraron!...pude haberles dado un poco más de tiempo en su soledad. No tuve tiempo para estar cerca de mi hermano, guardábamos tantas rencillas y diferencias; fuimos concebidos en el mismo vientre y las mismas lágrimas curaron nuestras heridas. Sé que me necesitaba, pero nunca lo conquisté como amigo: pudimos haber sido entrañables compañeros.
No tuve tiempo para amar mi pareja, cuya ofrenda de adolescencia fueron su juventud y sus ilusiones. No tuve tiempo para darle la felicidad que buscaba cuando se unió a mi: Cuántas humillaciones y desprecios sufrió porque creí que no comprendía mi lucha y realización. Ahora sé que su silencio fue presencia y compañía, que era parte de mi aventura diaria de vivir, pero la olvidé en el camino.
No tuve tiempo para amar a mi nación: tierra a la que pertenezco, tierra que todos los días me entregó sus frutos, lugar de oportunidades, de realizaciones, origen de mis hijos y de mi hogar. Sólo me serví de ella, encerrándome en mi bienestar, no comprendiendo el esfuerzo que hicieron mis antepasados, ni la sangre que tantos valientes derramaron para ofrendarme la libertad. Ahora comprendo que nuestro lugar es donde nuestro origen ha germinado, que es el espacio en el que tenemos el compromiso de mejorar. Cuántas injusticias a mi alrededor, cuántas necesidad de niños marginados , de campesinos con manos encallecidas que ven sus esperanzas truncadas; pero yo solamente tenía tiempo para mi bien vivir. Después de todo lo que me ha dado, reflexiono: mi país ha sido bueno conmigo y me pregunto...¿Habré sido yo bueno para mi nación?
No he tenido tiempo para amar a mis hijos. Estuve siempre tan atareado en cosas tan importantes como el trabajo diario, la televisión y muchas ocupaciones que los pequeños no entienden. Les debo las caricias que siembran la generosidad en el corazón de los niños, el escucharles para que sientan la dulzura de la compañía, el patear de un balón para que aprendan a dar espacio a la alegría, un sonrisa para que sepan reír a la vida.
No tuve tiempo de verlos crecer pues yo justificaba mi ausencia por su bien, tenía tanto trabajo que me olvidé de forjarles para una vida superior. Pero qué sabían ellos, que dura es la realidad...que equivocado estaba, me preocupé por darles todo lo necesario, pero olvidé formales un corazón que tuviera ideales y fortaleza para vivir. Recuerdo sus caritas de niños y sus miradas suplicándome un beso de ternura, pero creía que no tenía tiempo para cursilerías; el adolescente lo marginé y me negué a comprenderlo en su despertar, a encontrar un destino alto y noble y apoyarlo en su plena realización
No tuve más que críticas y sermones severos que únicamente me alejaron de él. Ahora me pregunto ¿Qué calidad de hijos heredé al mundo? Y ahora que tengo un poco de tiempo pido perdón:
A mi amigo querido y no buscado.
A mis padres entrañables y abandonados.
A mi hermano, lazo de sangre olvidado.
A mi pareja, parte de un sueño truncado.
A mi nación, tierra desgarrada y no cultivada.
A mis hijos, parte de mi ser y tiempo que no ha de volver.
A ti, mi Dios, te pido ahora que conoces mis secretos, que me des un poco de tu tiempo para que me acompañes en mi vejez. Te pido que nos hagas comprender que el tiempo no perdona y que es nuestra vida lo único valiosos que podemos ofrecer a los seres que amamos y que nos aman.
Me arrepiento porque no tuve tiempo para amar; quisiera tener tu presencia cerca de mi alma, ahora que me he decidido a vivir. Señor, ¿No será demasiado tarde para que me decida a amar?
Te prometo que hoy será el primer día del resto de mi vida y que tendré tiempo para ser feliz.
