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La
potencia suministrada a una antena se emplea como calor, disipado en la
resistencia óhmica de los materiales de la antena y en la
radiación propia de
la antena.
La
resistencia óhmica real es muy pequeña y la
pérdida de potencia debida al calor disipado es un
porcentaje muy bajo de la potencia suministrada a la antena.
En
términos reales, el valor significativo de la resistencia,
no existe. Debería
poder ser medida para poder medir la potencia radiada. La resistencia
que proveé
la carga para el transmisor y la Terminal de la línea de
transmisión es una
resistencia imaginaria, que es la que se considera una vez que se han
descontado las pérdidas por calor.
Esta
resistencia imaginaria se llama RESISTENCIA DE RADIACIÓN.
Cuando hablamos de
una antena de “alta impedancia” o de
“baja impedancia” nosotros hablamos de la resistencia de radiación. Si
nosotros
ajustamos los sistemas de antena para que se acoplen mejor a la
línea de
transmisión, es a la resistencia de radiación a
la que nos referimos.
La
resistencia de radiación está afectada por la
altura de la antena sobre el
piso, los objetos que la rodean, las retenidas de la torre o
mástil, la reflexión
de las ondas sobre la tierra y otros factores que podrían
influir sobre una antena.
Para
evitar todas estas variables, las teorías de antenas se
basan en una antena en
el espacio libre. Las antenas
reales
siempre están calculadas con esta referencia, porque el
espacio real es difícil
de simular en los programas informáticos. La
relación de ondas estacionarias
(SWR) dependerá de aquellas variables.
73 y DX
Ing. Adolfo
Romero Cárdenas