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Transporte y la ciudad
El error más grave de los centros nocturnos de Costa Rica

El error más grave que han cometido los bares, restaurantes y demás centros de entretenimiento nocturno ha sido ignorar el sistema de transporte que les proporciona sus clientes.

Ya se ha vuelto tradición en nuestro país: a alguien se le ocurre abrir un bar o una discoteca... entonces compran un edificio, compran las luces y el sistema de sonido, compran el equipo para bar, obtienen sus permisos municipales y empiezan a vender.

Y el parqueo? Nadie piensa en el parqueo. La moda en los centros nocturnos es que las cuadras alrededor del local se convierten en un parqueo gigante para todos los vehículos que lleguen. Donde hay espaldón, automáticamente se convierte en sitio de parqueo, administrado por supuesto por el primer amigo con un palo de escoba que quiera aparecerse.

Es increíble que el comercio pase por alto algo tan simple. Evidentemente no se han dado cuenta que sus clientes llegan en automóvil, y que el automóvil no se puede doblar y guardar en la bolsa. Tampoco se les ocurre que a las personas no les hace gracia dejar su vehículo en la calle a merced de lo que le pueda ocurrir, y mucho menos tener que pagar al final de la noche un servicio de "seguridad" que ni siquiera responde por lo que le ocurra al automóvil.

Resultado? Impactos muy severos sobre el sistema vial de la ciudad y sobre el ambiente alrededor del local. La gran cantidad de vehículos estacionados provoca presas, dificultad de ingreso y salida, y obstaculiza el tránsito peatonal. El estacionamiento improvisado, además, convierte las calles aledañas en zonas de paso, generando impactos de ruido y contaminación sobre terceros que eventualmente pueden llevar a la clausura del local.

El ejemplo más conocido de esto quizás sea La Taberna, un bar que estuvo ubicado en Sabana Norte y fue cerrado por impactos de ruido y molestias a los vecinos. El local estaba ubicado sobre una ruta principal de tránsito, que por naturaleza era zona comercial. Se realizaron importantes mejoras al inmueble para disminuir las emanaciones de ruido y cumplir con los códigos vigentes, y el bar prosperó durante algún tiempo.

El problema surgió a raíz de improvisar parqueo en las calles transversales, que eran una zona todavía residencial. La Taberna no contaba con un parqueo suficiente para todos los clientes, por lo que los vehículos se estacionaban dentro de la zona residencial. Esto convirtió las aceras en zonas de paso para quienes se dirigían de sus vehículos al bar. El crecimiento acelerado que tuvo La Taberna causó que el tránsito peatonal y vehicular dentro de la zona residencial fuera cada vez mayor, hasta quedar totalmente fuera de control. Apesar de que los dueños de La Taberna trataron de remediar la situación, era imposible controlar impactos dispersos en una zona tan amplia, y eventualmente se dio la orden de cierre.

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La Taberna:En el mapa se muestran las zonas que se usaban como parqueo improvisado. El problema no fue el impacto que se generó dentro del edificio, el cual fue controlado en buena parte, sino el impacto sobre las rutas de paso. El tránsito peatonal a altas horas de la noche generó suficiente ruido y contaminación como para justificar el cierre del local. Desafortunadamente este tipo de impactos son imposibles de controlar en la mayor parte de los casos, y no queda más que acatar la orden de cierre.

Otro ejemplo muy claro de los efectos de ignorar las necesidades de parqueo resulta ser el Centro Comercial El Pueblo, ubicado en Guadalupe. Los fines de semana El Pueblo se convierte en un sitio caótico desde todo punto de vista, y especialmente desde el punto de vista de vialidad. Debido al estacionamiento de vehículos en las cunetas, el tránsito vehicular se ve paralizado: no se puede ingresar al centro comercial ni salir del centro comercial. Las calles aledañas se ven obstaculizadas no solo por el estacionamiento improvisado, sino también por la cola de vehículos que se extiende hacia ellas. La ventaja de El Pueblo quizás sea que se ubica en medio de una zona comercial, en donde no existen otros centros que operen de noche, por lo que los impactos se ven minimizados.

Los comercios nocturnos deberían aprender una lección de sus colegas diurnos. Actualmente nadie piensa en construir un centro comercial sin brindar dentro de él parqueo suficiente, gratuito, y con adecuada vigilancia. Lo mismo debería aplicar para cualquier bar, restaurante o discoteca. Suplir adecuadamente las necesidades de parqueo de los clientes contribuye a aumentar las ventas, atraer más personas y además disminuye los impactos que se generan sobre el entorno, impactos que en su mayoría terminan en un cierre prematuro del local por parte de las autoridades gubernamentales.

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Última actualización: 5 de enero del 2003
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