España en el ámbito
humanitario siempre estuvo en primera línea. Así en la
creación de la Cruz Roja en ningún momento dudó en su decisión,
y en 1863 una representación española estuvo entre las catorce
naciones que asistieron a la Primera Conferencia Internacional, y
fue la séptima nación que en 1864 se adhiere al I Convenio de
Ginebra.
En España la Cruz Roja se organiza
bajo los auspicios de la Orden Hospitalaria de San Juan de
Jerusalén, en 1864, y es declarada “Sociedad de Utilidad Pública”.
Desde entonces, los distintos gobiernos de la nación, han estado
representados de una forma u otra en el seno de Cruz Roja, aunque
esto no ha impedido que actúe siempre bajo los Principios que
inspiran a la Institución. Su evolución ha sido siempre una
constante adaptación a los problemas y a las necesidades sociales
que han ido produciéndose. Solo así se puede explicar la vigencia
de una organización con más de 130 años de historia.
En
una primera época fiel a sus orígenes, su actuación estuvo
centrada en intervenciones humanitarias en caso de conflicto
armado. Así, en 1870 prestó ayuda humanitaria en la guerra
franco/prusiana - siendo este el primer envío de ayuda humanitaria
que realiza la Cruz Roja Española - y en 1872 actuaba por primera
directamente en la tercera guerra carlista.
En
su constante adaptación a las necesidades a raíz de los conflictos
bélicos en África en 1918, se produce una fuerte expansión de sus
centros sanitarios, llegando a sumar cerca de 36 hospitales.
En un panorama de carencias generalizadas en materia sanitaria, la
red de Cruz Roja tuvo un especial significado.
Durante la guerra civil de 1936 a
1939 realizó un a importante actividad y, finalizada ésta, lleva a
cabo la repatriación de los españoles que se encontraban en la
URSS.
La importante experiencia adquirida
durante la guerra se empleó en la intervención ante los desastres
ocurridos en todo el territorio nacional. Se asistió a las
víctimas de los incendios, inundaciones, accidentes de todo tipo,
etc.
En
la década de los setenta, la Institución completó la red de
Puestos de Primeros Auxilios en las carreteras españolas, que
había iniciado su primera expansión en el período
republicano. Fue una nueva respuesta ante el avance en las
comunicaciones por carretera que produce un aumento del parque
automovilístico y, consiguientemente, un aumento de los accidentes
de tráfico que requieren una respuesta rápida.
También se iniciaron las tareas de socorro en el mar y en aguas
interiores y el salvamento de náufragos, que a través de la Cruz
Roja del Mar se convertiría en uno de los servicios mas conocidos y
valorados por la opinión pública.
En la década de los setenta y
sobre todo en los ochenta, la Cruz Roja Española dará un
importante salto, crece su actividad cuantitativamente y nuevas
acciones y servicios dan un nuevo sentido a la misma. A partir de
1985 se inicia una profunda reorganización con la democratización
de la Institución, la potenciación de la participación de los
voluntarios, la apertura hacia nuevos campos de actuación, etc.
Pero es fundamentalmente en la
década de los noventa cuando se produce la gran modernización de
la institución y su adaptación a los nuevos retos que planteaba la
sociedad Española, por una lado la consolidación de la
intervención social con los colectivos vulnerables (personas
mayores, refugiados e inmigrantes, afectados de SIDA,
drogodependientes, infancia y juventud, población reclusa,
discapacitados, mujer en dificultad social), por otro el
espectacular incremento de los programas internacionales
(cooperación al desarrollo, ayuda humanitaria, cooperación
institucional) que ha supuesto un importante incremento de los
recursos humanos y materiales dedicados a este ámbito. Todo
ello acompañado por un proceso de modernización de las estructuras
y democratización y mayor autonomía que culmina con la aprobación
de unos nuevos estatutos (Junio de 1997) y Reglamento General
Orgánico (29 de julio
de 1988).
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