CUAN
GRITAN ESOS MALDITOS
¡Cuán gritan esos malditos... !
Así comienza la inmortal obra del Tenorio, escrita
por el no menos inmortal poeta José Zorrilla.
¡Cuán gritan esos malditos...! Diría un hipotético personaje que nos
observase desde fuera de nuestro planeta, más aún, desde fuera de nuestro
sistema solar o incluso desde fuera de nuestra galaxia.
¿Tanto ruido hacemos como para ello?
¿Cuál ha sido el ruido jamás producido en la tierra que pueda ser
escuchado más allá de nuestro planeta?
La caída de un rayo es cosa relativamente frecuente que todos hemos
experimentado alguna vez más o menos cerca cuando hay tormenta; produce un
enorme estruendo, pero no
llega a escucharse más allá de unos kilómetros. La caída sobre la tierra de
algún meteorito de considerable tamaño, al liberar tan enorme cantidad de
energía, seguro que ha producido un ruido mucho más considerable aún.
Afortunadamente, esto ha sucedido en la tierra en muy contadas ocasiones e
incluso de alguna de ellas no se tiene constancia histórica, solamente hipotética.
La explosión de un volcán puede ser más frecuente, y también causa enormes
ruidos. La explosión del volcán Karakatoa, al norte de la isla de Java, en
Indonesia, fue escuchada por unos pescadores portugueses a más de cuatrocientos
kilómetros de distancia. Evidentemente fue una explosión fortísima que hizo
volar toda una isla en pocos minutos.
El propio Big-Ban, o gran explosión a partir de la cual, según la teoría
de la formación del universo, se formó la propia tierra, sería el ruido mayor
producido, a no ser que, al menos en teoría, este debió ser silencioso, pues
una de las premisas para que un sonido se propague, es inexcusablemente que
exista aire o algún elemento conductor del sonido. Tal vez los gases sirviesen
de elemento conductor y este ruido llegase a los confines del universo. De
cualquier manera no lo sabemos a ciencia cierta.
Si nos ceñimos a lo que comúnmente conocemos como ruido, y producidos
en la actualidad, es evidente que los que nosotros escuchamos aquí no pueden
ser escuchados fuera de nuestra atmósfera por lo referido anteriormente de
falta de aire conductor.
Pero no podemos tener en cuenta solamente los ruidos habitualmente
conocidos. Existen otros muchos ruidos en los que no pensamos y esos sí que
traspasan los límites de nuestro planeta y pueden ser escuchados por esos seres
que pudiesen habitar muy lejos de nosotros. Son ruidos que se propagan en el vacío
y en el espacio interestelar. Ruidos que llegan mucho más lejos de donde somos
capaces de imaginar.
Como
ruido se define en física toda señal, acústica o electrónica, formada por
una mezcla aleatoria de longitudes de onda. Debemos incluir, por tanto, como
ruido las señales electromagnéticas u ondas de radio. En el caso que nos ocupa
podemos definir como ruido toda aquella señal audible por el oído humano o señales
radioeléctricas detectables con aparatos electrónicos que denotan nuestra
presencia en la tierra.
Como ejemplo de aparato detector y transmisor de señales fuera de
nuestra tierra, el mayor radiotelescopio del mundo, el de Arecibo (Puerto Rico).
Construido en una hondonada natural, la parábola de su antena tiene
trescientos cinco metros de diámetro. Es capaz de recibir señales de radio
desde más allá de los confines del universo conocido, pero... también de
transmitirlas. Una de sus funciones es esa, precisamente. Enviar señales de
radio en diversas direcciones del espacio para hacer notar nuestra presencia a
cualquier clase de vida inteligente que hubiese en cualquier parte del universo
y escuchar su respuesta si ésta tuviese lugar.
Pero no sólo este y otros radiotelescopios y estaciones de radio envían
señales fuera de nuestra tierra.
Verdaderamente hacemos mucho ruido y se nos escucha muy lejos. Mucho más
lejos de lo que pensamos.
Emisoras de radio y televisión. Señales de telemando que guían,
controlan y comunican con naves, estaciones e ingenios espaciales, tripuladas o
no. Señales de radio que sin querer o sin saber estamos lanzando de forma
continuada hacia el espacio, llegan mucho más lejos de lo que nos parece.
Teléfonos móviles y las estaciones fijas que sirven de enlace entre
estos. Estaciones fijas y móviles de comunicaciones industriales, profesionales
y de aficionados de todo tipo etc... etc.
Muchos radioaficionados, entre los que me cuento, dirigen sus antenas
hacia la luna para mandar a ésta sus señales para, utilizándola como espejo
reflector, volver a escuchar sus ecos de nuevo en la tierra. De esta manera, con
unas emisoras que con antenas normales sus señales terrestres llegarían sólo
unos kilómetros más allá del horizonte, con unas antenas altamente directivas
son capaces de llegar a la luna, reflejar sus señales en ella, y ser escuchadas
y poder establecer comunicación con otras estaciones situadas en toda la parte
de la tierra que en ese momento se vea desde nuestro satélite.
Señales de enlace enviadas desde tierra a los satélites de televisión,
que sobrepasan con mucho la distancia hasta éstos y siguen viajando por el
espacio. Las señales de retorno de éstos hacia tierra que se difunden en todas
direcciones y llegan a lugares que ni siquiera sospechamos.
Todo esto y mucho más, forma parte del ruido que enviamos día y noche,
día tras día continuamente al espacio.
Aún
no se ha recibido ni una sola señal del espacio extraterrestre presuntamente
emitida por otros seres inteligentes que puedan habitar otros mundos y que pueda
confirmar su presencia. Gigantescos ordenadores están continuamente analizando
y tratando de descifrarlas entre el ruido espacial recibido en las antenas de
los grandes radiotelescopios.
Si hay otras civilizaciones, y su grado de desarrollo es similar al
nuestro, nuestras señales pueden haber sido captadas y un día nos puede llegar
su respuesta. Tal vez ellos estén a varios años, e incluso cientos o miles de
años luz de nosotros y las señales de radio se propagan a la velocidad de ésta,
por lo tanto su viaje de ida y el retorno de su respuesta pueden tardar muchos
miles de años en llegar.
Si hipotéticamente escuchasen nuestras emisiones de radio y viesen las
de televisión, ¿Qué pensarían de nosotros? ¿Mereceríamos una respuesta por
su parte? ¿Qué pensarían de nosotros y de nuestros problemas? ¿Nos
considerarían ellos como seres inteligentes al ver y escuchar cómo nos
peleamos por cuestiones de raza, religión o modo de pensar? ¿Considerarían
ellos que es propio de un ser inteligente el pelearse
y matarse por la situación de una frontera o por un trozo de terreno que
sólo vamos a poder poseer o disfrutar durante el corto plazo de tiempo que dura
nuestra existencia? ¿Cómo pensarían ellos al escuchar que aquí en la tierra
nos matamos por pensar de distinta manera que otro semejante? ¿Qué dirían del
reparto de los recursos y de las desigualdades de riqueza entre países? ¿Verían
lógico que contaminásemos y volviésemos poco a poco inhabitable nuestra casa
común?
Evidentemente
al otro lado del receptor de radio o de televisión desde el que hipotéticamente
nos escuchasen o viesen otros seres más inteligentes que nosotros, esto parecería
un patio de vecinos peleándose unos con otros y tirándose los trastos a la
cabeza. ¿Saludaríamos nosotros en un caso como este al pasar por delante a los
que están enzarzados en la pelea? ¿No sería lo más lógico seguir a lo
nuestro sin tratar de inmiscuirnos en sus problemas? ¿No estarán pasando de
nosotros porque ya no tengamos remedio?
Quizá sea esto lo que estén haciendo al otro lado del receptor otras
civilizaciones mientras siguen viendo cómo aquí, en la tierra, estamos
tratando de enviar mensajes fuera a ver quién nos los escucha y nos contesta.
Quizá sea que entre tanto ruido... tampoco sepan ellos qué es lo que queremos.
Quizás quizás... ya no tengamos ni siquiera interés para ellos.
Tal vez nuestro hipotético observador tome el mando de su aparato y
cambie el canal de su televisor para tratar de ver otra cosa más interesante.
¡Cuan gritan esos malditos...! sigue siendo válido hoy más que cuando
Zorrilla escribió El Tenorio.
Francisco Vicente de la Cruz